Se acerca el verano y, con él, el inicio de las vacaciones. Sin embargo, el periodo estival cuando llega, no lo hace solo, sino que va acompañado del final del curso escolar. Esto implica que, lo que podrían ser unos meses idílicos donde reina la diversión, en ocasiones se convierten en momentos de tensión y conflictos entre familias e hij@s si los resultados académicos no han sido los esperados.
Las razones por las que los boletines de l@s hij@s no reflejan las notas deseadas pueden ser varias. La falta de planificación y hábito de estudio, la ausencia de motivación, la presencia de dificultades en el aprendizaje o la convivencia en un entorno inestable y desfavorable son solo algunas de ellas.
Es por todos estos motivos por los que se hace necesario encontrar respuestas a las posibles problemáticas y herramientas o recursos que ayuden a solventarlas, en lugar de pagar las frustraciones e insatisfacción con l@s hij@s enfadándose e imponiéndoles un castigo, ya que esto solo lleva a situaciones desagradables que, además, pueden inducir al efecto contrario del buscado.
Claves para gestionar los resultados académicos no deseados
Es indispensable que las familias mantengan la calma y adopten una postura comprensiva, empática y abierta al diálogo. Dejarse llevar por la ira o la decepción influye negativamente en los menores, quienes sienten desconfianza y falta de apoyo por parte de sus progenitores.
Lo ideal es, una vez se haya pasado el enfado, entablar una conversación donde procurar que l@s niñ@s deduzcan por sí mismos la raíz del problema o, en su caso, ayudarles a verlo.
Esto quiere decir que l@s hij@s deben ser conscientes de su responsabilidad sobre el proceso de aprendizaje y que la ausencia de ella tiene consecuencias. Mandar este mensaje con actitud sosegada y valorando la dedicación y la constancia, hará que l@s niñ@s comprendan mejor lo sucedido.
A esto hay que sumarle la importancia de la motivación por el estudio. Es fundamental encontrar tácticas que despierten el interés de l@s niñ@s por por lo que aprenden, con el fin de lograr su implicación en aquellas tareas propias del entorno escolar: hacer los deberes, participar en los trabajos de clase, estudiar para los exámenes… La motivación aumentará si, además de comprobar los beneficios propios de interesarse e implicarse en los aprendizajes, encuentra recompensas externas tras culminar con éxito las tareas señaladas (ej.: permitirles hacer una actividad placentera al terminar de estudiar o de hacer las tareas) Es conveniente recordar que este factor debe ir acompañado del reconocimiento por el esfuerzo llevado a cabo, así los menores se sentirán orgullosos y satisfechos consigo mismos.
La importancia de estudiar en verano
Suspender alguna asignaturas o incluso repetir curso no debe suponer que la familia al completo se quede sin vacaciones. Tras un año intenso de clases, trabajos y exámenes, TOD@S necesitamos descansar -incluidos ell@s-: pasar unos días en la playa, hacer planes con amig@s o bañarse en el río/piscina del pueblo, dado que que limitarles a seguir con la rutina del curso establecida a modo de “castigo” no garantizará que asuma su responsabilidad sobre el estudio, posiblemente les desmotive aún más y no damos margen a que “cuerpo y mente” se recompongan para iniciar un proceso de estudio. No obstante, esto no significa que no deban de ser conscientes y responsabilizarse de lo ocurrido, así como poner medios con el fin aprender en este periodo vacacional aquellos contenidos que no se han superado; sino que momentos de descanso y momentos de trabajo son compatibles.
Una forma de transmitirles este mensaje es inculcarles que han de dedicar un determinado tiempo a estudiar y reforzar las materias que les resulten más complicadas. De hecho, diseñar de manera conjunta un plan de trabajo en el que se contemplen horas de estudio y aquellos momentos destinados al descanso hará que toda la familia se pueda organizar mejor y l@s niñ@s se sientan comprendidos y apoyados en estos momentos, así como saber enfrentarse al estudio de una forma más autónoma y eficaz. De esta manera, llegarán mejor preparados a la recuperación o al inicio del curso siguiente, mientras que toda la familia logra el descanso y el disfrute que tanto se desean en esta época del año.
Además, aprovechar el periodo vacacional para aprender aquellas técnicas de estudio (incluyendo entre ellas el desarrollo del hábito de estudio) que no se han implementado durante el curso escolar es una oportunidad clave para enfrentarse al siguiente curso con mayores y mejores herramientas, así como para acercarse a los resultados académicos que se desean.
Esto no quiere decir que l@s niñ@s se pasen todo el verano entre libros, sino que comiencen con la dedicación de un par de horas al día (por ejemplo, por las mañanas) para repasar los conocimientos adquiridos y trabajar en aquellos que les cuesten un poco más de esfuerzo comprender. O incluso que acudan a servicios como StudioLAB o Apoyo al Estudio, un espacio dentro de Mesura Psicología & Psicopedagogía destinado a potenciar el aprendizaje y el desarrollo de habilidades, destrezas y competencias que aseguran un rendimiento académico óptimo.
Si bien esta práctica se recomienda especialmente para l@s niñ@s que no han conseguido unos resultados académicos positivos, el resto de alumnado que sí los ha logrado se puede beneficiar igualmente de ella. Fomentar la lectura y actividades educativas más distendidas les ayudará a formar una base sólida para el curso siguiente y, además, les servirá para descubrir que pueden disfrutar del verano sin dejar de lado una de sus principales responsabilidades: aprender
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